jueves, 26 de abril de 2018

La enseñanza de adultos en nuestros IES, por Ángel Delgado Moreno

La enseñanza de adultos en nuestros IES, por Ángel Delgado Moreno, profesor de Matemáticas en el IES Manuel Reina de Puente Genil.


Es hora de que en una revista sobre educación como EduCan nos paremos y prestemos un poco de atención a una enseñanza que muchas veces pasa desapercibida y olvidada tanto por buena parte del profesorado como por buena parte del alumnado: la enseñanza de adultos, conocida tradicionalmente por los unos y por los otros como “el nocturno”. Hay que matizar que la denominación oficial no es Educación de Adultos, sino Educación Permanente.
Y pasa desapercibida por varios motivos.
Por un lado la mayoría de los institutos sólo tienen enseñanzas en régimen de diurno, con lo que tanto para el profesorado como para el alumnado dichas enseñanzas “no existen”. Es decir, ni están en los posibles grupos que podamos coger como docentes, ni están entre las enseñanzas que le ofrece el centro al alumnado.
Por otro lado, dichas enseñanzas sólo se ofrecen en institutos “grandes”, que suelen coincidir con los antiguos institutos de bachillerato de los pueblos más poblados de nuestra comarca.
Esto conlleva que cuando llegamos como profesores a escoger nuestros grupos a principio de curso, la mayoría del profesorado no ha estado antes en un centro con enseñanza de adultos, con lo que suele rechazar esos grupos que suelen terminar formando parte del horario de los profesores interinos. Esto tiene como consecuencia que el alumnado va a tener la mayoría de profesores distintos de un año para otro.
El alumnado suele ver estas enseñanzas desde unas perspectivas muy polarizadas. El alumnado brillante académicamente está en el diurno y suele considerar que estas enseñanzas “son para torpes” y no quiere ni oír hablar de ellas. El alumnado menos brillante a veces ve en estas enseñanzas una forma “más fácil” de sacarse el título, sobre todo el de la Educación Secundaria.
A lo anterior hay que añadir que en buena parte de nuestras localidades no hay centros que ofrezcan esas enseñanzas, u ofrecen algunas sí y otras no, con lo que para el alumnado asistir a estas clases supone desplazarse desde su localidad de residencia a otra, que no suele ser muy lejana, varios días a la semana.
Personalmente opino que la principal función de la enseñanza de adultos es ofrecer una segunda oportunidad a personas que, por un motivo o por otro, dejaron de estudiar. La casuística es muy variada: gente que decidió, voluntariamente, dejar de estudiar; casos de machismo por parte de los padres; casos de necesidad familiar de incorporarse al mercado laboral, casos de alumnos que no se adaptaron al sistema convencional, etc. Pasados unos años, se han dado cuenta de su error y han decidido volver a intentarlo.
Ésa es la principal función del nocturno. Y buena parte de nuestro alumnado consigue hacer buen uso de él.

En lo que sigue de artículo no voy a hablar de los ciclos formativos que también se desarrollan en el nocturno, por no ser yo profesor de dichas enseñanzas. Éstas deberán ser comentadas por un profesor de ellas en otro artículo.
Ahora hay que distinguir que en lo que se refiere a enseñanzas hay dos tipos. Por un lado está la Educación Secundaria de Personas Adultas, la E.S.P.A., que, prácticamente es semipresencial en toda Andalucía.
Por el otro lado está el Bachillerato de adultos, que en éste sí hay más variedad, ya que el de Ciencias suele ser presencial, y el de Humanidades y Ciencias Sociales unas veces es presencial y otras es semipresencial. Depende mucho del centro del que estemos hablando. Bachillerato de Arte de adultos no suele haberlo en las localidades de nuestro entorno. Quizás lo haya en las capitales de provincia.
Respecto a la metodología que debemos usar con nuestro alumnado es, en mi opinión, variada.
El alumnado de la E.S.P.A. suele ser mayoritariamente un alumnado mucho más joven, que muchas veces acaba de abandonar las enseñanzas obligatorias el curso inmediatamente anterior. La mayoría de este alumnado sólo está motivado por “sacarse el título en el nocturno” y luego quiere dejar de estudiar.
Desde que se ha impuesto la modalidad semipresencial, este alumnado tiene dos tipos de clases. Por un lado tiene que ir leyendo y estudiando los apuntes que se encuentran colgados en la plataforma de Educación Semipresencial de la Consejería, e ir mandando las tareas que la misma plataforma propone al profesor que tiene en su centro de referencia. Además, dichos apuntes y tareas se suelen complementar con los apuntes y tareas que cada profesor en concreto va diseñando.
Después, tiene que ir a clase presencial algunos días a la semana a atender a las explicaciones complementarias a los apuntes, las tareas y las que correspondan que el tutor les dé en las clases presenciales.
Las asignaturas están organizadas en tres grandes ámbitos: Ámbito de Comunicación (que engloba las asignaturas tradicionales de Lengua Española y Literatura, así como la Lengua Extranjera), Ámbito Científico Tecnológico (que engloba Ciencias Naturales, Matemáticas y Tecnología) y Ámbito Social (que engloba Geografía, Historia, Economía y algo de Ética).
Además, las evaluaciones son trimestrales, y una vez aprobado un trimestre de un ámbito ya se queda guardado ese aprobado. Es decir, no hay evaluación continua por curso, sino por Módulos con temporalización trimestral.
En mi opinión, respecto a la metodología para este alumnado hay que ser flexible con él, pero hay que obligarles a leer todos los temas que están colgados en la plataforma y obligarles a hacer las tareas que se propongan en la misma.
Es decir, nuestra metodología como docentes debe ser flexible, pero adecuado a los contenidos que hay colgados en los temas de la plataforma.
La plataforma es un sistema que se basa en el trabajo por proyectos, a través de tareas. Realmente es un medio asincrónico de trabajo para el alumnado, ya que le permite trabajar cuando cada uno de ellos pueda, y es deslocalizado porque cada uno de ellos puede trabajar con su ordenador o tablet donde pueda. No está forzado a ir unos días fijos a un sitio fijo a recibir las enseñanzas.
El peor enemigo que tienen estas enseñanzas es el propio alumnado, que muchas veces no es capaz de imponerse a sí mismo una rutina de trabajo y estudio y, so pretexto de que ya harán lo que haya en la plataforma, muchas veces terminan abandonando los estudios.
Por otro lado, está el Bachillerato de adultos. El alumnado que recibe estas enseñanzas es diverso, y podemos clasificarlo en cuatro grandes tipos:
    a) Por un lado hay gente realmente adulta, que dejó de estudiar hace algunos años y se ha reenganchado a los estudios, bien tras pasar por la E.S.P.A., bien a partir de sus antiguos títulos.
    b) Por otro lado hay gente que si bien no ha dejado de estudiar, tiene que matricularse en el nocturno porque trabaja durante el día para ayudar económicamente en sus casas.
    Estos dos tipos de alumnado son los que suelen tener mayor fuerza de voluntad y, sorprendentemente pese a la edad, son los que sueles dar mejores resultados.
    c) Por otro lado, está el alumnado más joven, proveniente de la E.S.P.A. y que, tras comprobar que los estudios de bachillerato de adultos son como los del diurno, abandona pronto estas enseñanzas.
    d) Finalmente, hay un grupo de alumnado que suele pasar directamente de terminar la E.S.O. en el diurno a hacer bachillerato en el nocturno. Este grupo es más numeroso sobre todo en segundo, porque llega mucha gente a la que le han quedado algunas asignaturas de segundo de bachillerato en el diurno y decide terminarlo en el nocturno.
Respecto a la organización de las asignaturas, es prácticamente la misma que en el diurno, con la salvedad de que se omiten algunas materias, como la Educación Física o la Religión.
En cuanto a la metodología, vuelve a ser variada en mi opinión. Con el alumnado de primero de bachillerato sí se puede ser algo más flexible, sobre todo en la organización de los contenidos, ya que se trata de atraer a dicho alumnado a estas enseñanzas. Debemos convencerlos de que, por un lado, estamos en bachillerato y esto es más “serio” que las enseñanzas de la E.S.P.A. y por el otro, hay que convencerlos de que ellos son tan capaces como el que más de aprobar un bachillerato.
Pero si nos encontramos en segundo de bachillerato no se puede ser tan flexible en la organización de los contenidos, ya que al final de curso tenemos la Prueba de Evaluación de Bachillerato, es decir, la Selectividad, y ésta es la misma para todo el mundo, tanto del diurno como del nocturno.
Bien es verdad que la mayoría de este alumnado no piensa ir a la Universidad, suele querer el título de Bachillerato para tener acceso directo a un ciclo superior o para que les puntúe en diversas pruebas, como el acceso al ejército o a la guardia civil.
Pero también es verdad que una proporción pequeña, pero no despreciable de dicho alumnado, decide ir a la selectividad e intentar una carrera.
Precisamente ésa es una parte no despreciable de nuestra labor docente, el convencerlos de que ellos son tan capaces como los del diurno de aprobar la selectividad y de estudiar una carrera. Y hay que decir que aquellos que van suelen sacar un porcentaje de aprobados similar al del diurno. Con notas que suelen ser inferiores a las de sus compañeros del diurno, pero aprobar, aprueban.

Lo he comentado anteriormente un par de veces en el artículo. En mi opinión personal, lo más importante de estas enseñanzas es el ofrecer la oportunidad de volver a estudiar al alumnado que decidió, por un motivo o por otro, dejar de estudiar. Es una labor que a veces pasa desapercibida pero que es vital para no dejar descolgada de los estudios a buena parte de la juventud.
Se suele criticar mucho la falta de asistencia del alumnado a estas enseñanzas. Y es verdad que hay alumnado que se matrícula y por varios motivos, como puedan ser el agobiarse con simultanear estudios y trabajo o el creerse no capacitados para aprobar, deja de venir a clase.
Si se pudiera dar de baja al alumnado que deja de venir a clase, se obtendrían unas estadísticas de resultados más verosímiles que las que se obtienen hoy en día, en las que el alumnado que ha dejado de venir a clase cuenta como si hubiese suspendido las asignaturas.
Mi experiencia profesional ha sido, es y espero que siga siendo muy gratificante con mi alumnado del nocturno.
Hay que reconocer que es muy difícil tener entre este alumnado a gente que logre sacar expedientes tan brillantes como los de algunos alumnos del diurno, o al menos su proporción es menor; o que si los tenemos así de inteligentes, a veces no pueden sacar todas las notas que ellos quisieran, y que serían capaces, porque no tienen tiempo suficiente para el estudio en medio de su rutina laboral.
Pero, por otro lado, es sumamente gratificante ver cómo gente mayor, con hijos y con una jornada laboral bastante extensa, busca tiempo de donde no lo hay, o apenas lo hay, para poder disfrutar estudiando y logrando sus objetivos inmediatos, como son el obtener el título de la Secundaria o el de Bachillerato. Cosa que el alumnado más rebelde del diurno no suele tener en cuenta.
Podría poner muchísimos ejemplos de alumnado digno de mención que he tenido a lo largo de todos estos años dedicado al nocturno. Quizás el más memorable sería el de un padre, trabajador agrícola, que como su hija adolescente no quería terminar la E.S.O. se matriculo a él, a su hija y al novio de ésta, primero en la E.S.A. (entonces no era E.S.P.A) y después en Bachillerato. Y, después de terminarlo, se matriculó en derecho en la U.N.E.D. Hoy en día es Graduado en Derecho por la U.N.E.D. Todo un ejemplo de superación personal, y un orgullo el haber sido su profesor.

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