miércoles, 24 de febrero de 2016

Acoso escolar: mi experiencia, mi denuncia y mi petición, por Francisco José Molina Martín

Acoso escolar: mi experiencia, mi denuncia y mi petición, por Francisco José Molina Martín, estudiante del Grado de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad de Granada.

Soy Francisco José Molina, estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad de Granada, y hoy escribo para compartir con vosotros la preocupación por un tema que me indigna mucho: el acoso escolar.
El acoso escolar o bullying es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado, con intención de hacer daño, tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Se caracteriza por el desequilibrio de poder (la víctima, sola, frente a agresores y observadores). Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia. Los profesores Iñaki Piñuel y Zabala y Araceli Oñate han descrito hasta 8 modalidades de acoso escolar. Entre ellos se encuentran: el bloqueo social, el hostigamiento, la manipulación social, la coacción, exclusión social, intimidación y amenaza a la integridad.
Por mi propia experiencia sé que es muy duro para la persona que lo sufre. Esa sensación de que todos te desprecian, estás aislado, de que nadie te quiere a su lado. Todo esto puede llegar a producir depresiones, trastornos por estrés postraumático, baja autoestima, moral por los suelos, e incluso ganas de suicidarse. Sé todo esto porque lo he vivido. Yo he tenido ese sentimiento de que mi vida no tenía ningún sentido, de que nadie en el instituto me quería a su lado. Esto suele pasar con personas, por así decirlo, diferentes, con no muchas habilidades sociales, como yo. Por este motivo pienso que siempre he sido un incomprendido de la sociedad. En lugar de ayudar, van a fastidiar. A mí me escupían en la ropa, en la mochila y me la pintaban con tiza; en el autobús me ponían la zancadilla para que me cayera, me quitaban la mochila y sacaban mis cosas, se burlaban de mí, me aislaban, me amenazaban. Y también sentí ganas de suicidarme. Estaba muy afectado.
Y esto me indigna, no sólo porque me haya pasado a mí, sino porque sé que ahora mismo hay muchos chicos y chicas adolescentes que están pasando por lo mismo que yo pasé, y no saben cómo solucionarlo. Muy probablemente, la mayoría se lo callan y no lo cuentan. Lo mantienen en secreto. Y muchas veces, cuando se deciden a contarlo, ya es demasiado tarde.
Por eso, se debe llevar a la práctica un protocolo de actuación serio y bien organizado para evitar esta lacra, o, al menos, para dar confianza a quien ya lo está sufriendo, de que hay salida, confianza y seguridad para que lo cuente, porque a esto hay salida. También para que los profesores estén alerta, que sepan detectar correctamente y a tiempo cuándo se está produciendo acoso hacia uno de sus alumnos, así como a tomar las medidas pertinentes. Que sepan diferenciar el acoso de un caso puntual; es decir, cuando una burla se produce un día y después no se vuelve a producir. Si se produjera muchos días seguidos, ya estaríamos hablando de bullying. Este sistema debería ir acompañado de posibles alternativas y soluciones a este problema, y que el tratamiento sea, en cierta medida, personalizado para cada caso, además de un castigo ejemplar para el acosador o acosadores, que les haga reflexionar y arrepentirse de lo que han hecho.
Para ello, se necesita una reforma inteligente del sistema educativo español. Es algo evidente. Una reforma para una educación decente y de calidad en todos los ámbitos que esta cuestión engloba. Aunque, como todo, habría que estudiarlo a fondo.
Aquí os dejo una propuesta de estudio ya aplicada en Finlandia, cuyo sistema educativo es el mejor del mundo. En este país se está llevando a cabo un programa contra el acoso escolar, llamado “KiVa koulu”. Resulta que más de 1400 escuelas en el país nórdico lo llevaron a cabo. ¿Y cuál fue el resultado? Pues el resultado fue que un 98% de los colegios que participaron pensaron que su situación había mejorado notablemente durante el primer año del proyecto.
La iniciativa consiste en analizar la situación en cuanto al acoso en cada escuela, organizar clases dedicadas al tema de acoso escolar para concienciar del problema y equipar a los niños y los profesores con herramientas para saber qué hacer en casos de acoso escolar. Se les habla a los alumnos acerca del acoso escolar, con el fin de evitar que éstos le den el premio del bullying al acosador, que es la atención de sus compañeros. Y es por esto que en Finlandia el acoso escolar está erradicándose. Si en España se pusiera en marcha un programa como éste, la situación sería bien distinta. Lo que ocurre es que no es sólo el programa “KiVa koulu” lo que hace que el acoso escolar se reduzca en el caso finlandés, sino cómo está organizada la sociedad. Por tanto, también digo que, si la sociedad española fuese de otra forma, no se produciría acoso escolar con tanta frecuencia.
Según un artículo publicado en El Mundo el 4 de noviembre de 2014, el Ministerio de Educación dijo que la lucha contra el bullying compete a las Comunidades Autónomas. En mi opinión, Educación debería presentarles a las Comunidades un plan conjunto. Así que, desde aquí le pido al Gobierno y a los órganos autonómicos competentes en materia de educación que consideren esta propuesta como algo que puede y debe llevarse a cabo. Es mejor estar unidos en estos casos.

1 comentarios:

blogercontido dijo...

conversar con nuestro niños es una de las maneras de acabar con el bullying

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