lunes, 7 de octubre de 2013

Diálogo sobre otra escuela posible

Diálogo sobre otra escuela posible. Por Miguel Ángel Herencia, profesor de inglés.

En plena reflexión sobre el devenir de la educación en una sociedad que está poniendo en duda los propios cimientos sobre los que se construye, es inevitable hacerse preguntas sobre todo lo que rodea, da forma e incluso mueve al hecho educativo en sí.
Las siguientes preguntas no pretenden ser las que todo el mundo deba hacerse ni mucho menos, sino las que quien escribe se ha hecho para poder compartir las ideas que a día de hoy baraja sobre el tema. Por tanto, no han de ser tomadas como la última palabra sobre para qué ha de servir la escuela, de qué manera hay que desarrollar el talento en clase o cuál ha de ser el nuevo papel del docente en el aula. Todo lo contrario, esperan dar pie a un coloquio en el que todas las personas comprometidas deseen participar y saquen conclusiones que completen las expuestas.
El experimento es muy sencillo. Abrimos la mente y empezamos por el principio:

  • ¿Por qué hay que dedicar tiempo a reflexionar sobre la educación?
Porque es el punto de partida desde el cual toda persona camina hacia su propia felicidad en el contexto de una determinada sociedad.
  • ¿Es educar una tarea exclusiva de los docentes?
Los docentes se forman para dedicarse profesionalmente a la enseñanza. Y padres y madres juegan un papel esencial en la transmisión de valores y conductas. Pero la educación tiene lugar en todo momento en que una persona, joven o adulta, adquiere un conocimiento a través de otra.
  • ¿Cómo se puede mejorar la calidad de la educación que se da y se recibe en una comunidad?
Mejorando la calidad humana de toda la sociedad, persona a persona y en su conjunto. Dado que todas educamos tanto consciente como inconscientemente mediante el ejemplo cuando no nos observamos, todas debemos reflexionar sobre cómo nos comportamos en casa, en el trabajo, con los amigos, y de cara a los medios de comunicación y a las instituciones con las que interactuamos.
  • ¿Existe algún método que podamos seguir para encontrar nuestra felicidad al mismo tiempo que ayudamos a otras personas a encontrar la suya?
No existe una fórmula única. Más bien, cada persona ha de encontrar la suya. El cuerpo suele darnos pistas reflejando emociones cuando vamos por buen camino o cuando nos apartamos de él. También la mente consciente nos ayuda a reconocer unas condiciones óptimas de desarrollo vital en otras personas similares a las nuestras, que podrían estar recogidas en el respeto y admiración mutuos que citan los tratados de derechos humanos.
Pero nunca estará la felicidad encerrada en un objeto que se venda, se compre, se use o se consuma, sino en la expresión de nuestro ser en relación con todo lo que nos rodea.
  • ¿Cuál es el objetivo principal del sistema educativo que conocemos ahora?
La escolarización universal obligatoria nació prácticamente con la Revolución Industrial y pretendía formar a las personas de cara a los puestos de trabajo que cubrirían en cuanto tuvieran edad para ello. El ser humano entendió que su felicidad guardaba relación con garantizar la abundancia de alimentos, bienes y servicios que conllevaba la mecanización de la industria.
En la actualidad, sin embargo, la limitación de recursos que ofrece el planeta marca el fin de su explotación intensiva y la tecnologización de la industria reduce aún más la demanda del perfil de persona obrera que sigue produciendo el vigente modelo educativo.
  • ¿Cómo consigue una determinada metodología educar a una persona con mentalidad obrera?
Delimitando su capacidad creativa y habituándola a seguir y no abandonar una serie de pasos preestablecidos a la hora de resolver cualquier problema. La persona adulta proyecta este modelo sobre la joven una y otra vez sin darse cuenta. Ha pasado de padres a hijos como algo que les ha funcionado sin plantearse la posibilidad de una alternativa mejor.
  • ¿Por qué no nos hemos planteado cambiar este sistema educativo  antes?
Porque a menudo es necesario experimentar una situación vital excepcional para replantearse por qué cosas que siempre han funcionado de repente ahora dejan de funcionar. En este momento, el cambio del modelo productivo y social que desencadena la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en nuestra vida cotidiana, acompañado de una crisis financiera global que también deja al descubierto una crisis de valores humanos, nos empuja más que nunca a reflexionar sobre el modelo educativo actual como no han hecho, por ejemplo en España, siete reformas educativas desde que se implantó la democracia.
  • ¿Es éste un buen momento para dejar de formar obreros en las escuelas?
Bien mirado, no es que sea aconsejable, sino que es necesario. La casi total mecanización de los medios de producción puede ahora abastecer de alimentos y cubrir las necesidades básicas de la población mundial con una mínima inversión en recursos humanos. Prueba de ello es la reducción de personal en plantilla de las grandes empresas y la progresiva desaparición de las pequeñas y menos competitivas.
  • ¿Qué tiene de malo crecer con mentalidad obrera?
No tiene nada de malo, pues todos los perfiles tienen su función dentro de la sociedad. Lo malo es imponer una forma de ser u otra a la fuerza sin dejar que florezcan en la persona otros talentos diferentes de aquel para el que se le forma.
  • ¿No es más lógico que todas las personas adquieran los mismos conocimientos en la escuela y que luego reciban el tipo de enseñanza superior que corresponde a la profesión que elijan?
Así ha sido hasta ahora, porque se entiende que la educación es un proceso a lo largo del cual cada persona recibe las enseñanzas que habrá de poner en práctica en una profesión predeterminada. Pero más que de una instrucción de cara a un empleo, la educación se ha de tratar de una extracción de talentos que nos abocan a la felicidad.
En los primeros años de vida se activan las cualidades innatas que podríamos relacionar con lo que más tarde identificamos como vocación y la ocupación en la que nos sentimos realizados profesionalmente. Pero estos talentos se adormecen y se limita la creatividad en el momento en el que se corrige una conducta original por adecuarla a una estándar.
Además, es precisamente en tiempos de cambios y adaptación a nuevas circunstancias cuando es más necesario dejar volar la imaginación para emprender en nuevos empleos que antes no existían.
  • ¿Y no quedarán desatendidos ciertos oficios esenciales si cada cual hace sólo aquello que le gusta?
El sentido común, lógicamente, también ha de desarrollarse por naturaleza en cada persona. La inteligencia colectiva actúa, casi siempre de manera inconsciente, para mantener el equilibrio dentro de un universo en constante movimiento.
  • ¿Hemos de confiar en un supuesto orden cósmico que gobierna todo lo que escapa a nuestro conocimiento?
Lo hacemos constantemente, nos demos cuenta o no. Nunca tendremos todo bajo control. Precisamente estábamos convencidos de que el actual modelo educativo nos capacitaba para una ocupación laboral que, finalmente, en muchos miles de casos no se ha llegado a ejercer. Y esta nueva propuesta no impide que alguien elija una profesión distinta de la que pone en práctica su mejor talento, si fuera necesario. Por tanto, dentro de un orden aparente siempre habrá lugar para imprevistos edificantes.
  • ¿Cómo se evaluarán los conocimientos y habilidades que cada estudiante adquiere por separado con este método?
Una cosa es segura, y es que los tradicionales exámenes que ponen a prueba la memoria del estudiante sirven de poco. En la escuela se aprende mucho más que disciplina y estrategias de retención de información. Por suerte, cada vez prestamos más atención al significado de nuestras emociones cuando interactuamos con los demás y con nosotros mismos, algo que es tan importante como adquirir cierta maestría en el campo del saber científico y artístico, y que actualmente se aprende sobre la marcha.
La formación en valores más acertados que los que hemos aplicado hasta ahora, y el desarrollo de distintas cualidades y talentos personales a la hora de resolver un mismo ejercicio, traen consigo nuevos objetivos, métodos, contenidos y formas de evaluarlos.
  • ¿Es buena idea sobrecargar el horario lectivo del alumnado con una materia adicional sobre inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es importante desde el momento en que reconocemos que la educación es un proceso mediante el cual cada persona camina hacia su felicidad, aparte de adquirir habilidades que le capacitan para obtener un empleo. Para desarrollar este manejo de las emociones propias y ajenas, aparte de relajar la carga que actualmente soportan otras materias, habría que incluirla en el paquete de formación del profesorado y hacerla materia transversal.
  • ¿Cuál es el papel del docente cuando deja de ser el único transmisor de conocimientos dentro del aula?
En la era de las telecomunicaciones en la que estamos inmersos, la docencia también debe evolucionar hasta transformar al docente en un facilitador de información y entrenador de habilidades y actitudes. Ha dejado de ser la única fuente de conocimiento accesible y debe convertirse más en un supervisor y fomentar la participación del alumnado en clase.

1 comentarios:

IESECO8 dijo...

Estoy muy de acuerdo con todo lo que escribes. Lamentablemente, la dificultad radica en lo de siempre; en el desfase entre lo que sería ideal y la realidad. Hace falta un profundo cambio de valores por parte de la sociedad en conjunto. Aunque hoy sólo voy a hablar de uno de esos valores: el de la "no" discriminación, esa expresión tan magnífica y rimbombante que empleamos a veces con tanta ligereza. A mí me encantaría, por ejemplo, que alguien me explicara en qué consiste exactamente eso de discriminar en lo que a la formación del estudiante se refiere. Después de unos cuantos años ejerciendo en Secundaria, no me queda muy claro si la discriminación se producía en mis tiempos, porque "no teníamos todos la misma preparación", pero desde los 14 años ya se respetaba la inclinación natural y habilidades que un individuo manifestaba hacia un campo concreto, (con la satisfacción personal, motivación, y en definitiva, AMOR que emana del hecho de estar dedicándose a algo que a uno le gusta, hecho que repercute obviamente en otros ámbitos de la vida de la persona). O si bien la verdadera discriminación se ha producido a raíz de tener obligado al personal hasta los 16, porque alguien pensó en su día que "eso de dejarlos elegir tan pronto" creaba a medio y largo plazo muchas diferencias entre los individuos, y por tanto, era discriminatorio. Doy fe de que eso que llamamos "vocación" a muchos/as se les despierta a una edad muy temprana. ¿De verdad era necesario cortar sus alas, "formándose" de manera "homogénea", como si sólo fueran una masa de autómatas programados? ¿De verdad era necesario "quemarlos" y "aburrirlos", castrándoles su derecho a la individualidad y la posibilidad de empezar a desarrollar lo que realmente les interesa?
Por desgracia, esta obligatoriedad ha terminando provocando que muchas personas, PERSOOOOOOOONAS, (no bultos con ojos que sólo sirvan para poner una papeleta en una urna a partir de los 18), acaben abandonando esa formación, o mejor dicho, deformación, definitivamente o en su defecto, repitiendo cursos y dando batacazos durante varios años, hasta que por fin, han podido empezar a sentirse a gusto y felices haciendo lo que realmente querían desde que eran púberes.
Y digo yo, ¿acaso eso no ha originado frustraciones y diferencias cada vez mayores entre los individuos?
El próximo día, más...

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