martes, 19 de junio de 2018

Dejad de tratarlos como niños, por Pablo Poo Gallardo

Dejad de tratarlos como niños, por Pablo Poo Gallardo, profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Padre Poveda de Guadix.

Hoy he confundido el examen de selectividad de Fundamentos del Arte con uno de Primaria. Y no me refiero a la imagen de Disney que aparecía, el Pato Donald forma parte de la historia del arte tanto como el toro Farnesio o la Loba Capitolina, sino a la manera en que estaba construida la pregunta.
Rezaba así:
3. Observe las siguientes imágenes y complete en los párrafos correspondientes las palabras que faltan: (2 puntos máximo):
3B. El personaje de la imagen es _______ creado por ________, productor, director y una de las figuras más relevante del cine de ___________ infantil. Fue fundador de la factoría __________.

En la imagen 3B, como no podía ser de otra manera, aparecía el Pato Donald en una simpática y tierna pose (y “cómplice”, en caso de que fuera, en lugar de profesor, redactor del HOLA).
Gran parte de los que nos dedicamos a la enseñanza asistimos impotentes, cada curso académico, a una bajada progresiva del nivel de conocimientos y exigencia que les pedimos a nuestros alumnos. La ley educativa, esa que redactan los que no han pisado un aula en su vida, nos ata las manos y nos obliga a vivir a la deriva de las ocurrencias políticas de turno.
La paradoja, que comentaba ayer, precisamente, en clase con mis alumnos, es brutal: se baja el nivel de conocimientos como técnica burda, pero efectiva, para acabar con el fracaso escolar. Se eleva el peso que, en la evaluación, tiene todo aquello que no sea un examen (entregas, lecturas, etc…). Como cada vez se exige menos, el alumnado cada vez es más vago, luego no entrega, como debiera, esas entregas y lecturas que sustituyen al antiguo peso que tenían los exámenes.
¿Conclusión? Caen en la propia trampa del desmantelamiento del nivel académico en España: cada vez saben menos porque los currículos cada curso exigen menos contenidos. Como están acostumbrados a pasar de curso haciendo lo mínimo posible, dejan de esforzarse en esas entregas, lecturas o como lo quieras llamar que, a la postre, son las que salvan la baja nota de los exámenes.
Obviamente, en esto, los profesores tenemos mucha culpa. Lástima que no demasiados lectores hayan llegado hasta estas líneas y estén ya afilando sus cuchillos en los comentarios de las redes sociales. La ley te impone las cartas de juego. Pero eres tú, como docente, quien decide cómo jugarlas.
Claro que, a la postre, el alumno no tiene de tonto un pelo. Sabe que para contestar a esa pregunta 3 no hay que matarse a estudiar. Muchas veces comparo a mis alumnos con Ferraris. Les digo que lo que el sistema educativo hace con ellos es como comprarse el último y más potente modelo de Ferrari para ir, exclusivamente, a hacer la compra al hipermercado de las afueras. Ese coche puede dar mucho más de sí. Mis alumnos pueden dar mucho más de sí. Ese motor, de no usarlo correctamente, de no hacerlo trabajar al régimen adecuado de revoluciones, se va a gripar.
En cierta manera, no puedo dejar de ver esto como una estafa a la juventud, que sale de nuestras aulas con un nivel, no solo ya formativo en lo académico, sino también en lo personal: asunción de responsabilidades, aceptación de normas de convivencia… que deja mucho que desear.
Muchos de mis alumnos, como esos Ferraris, entran en Bachillerato gripados, y solo tenemos dos años para ponerlos al día. O teníamos, porque viendo cómo se preguntan ya las cosas en selectividad, cualquier cosa te puedes esperar.

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