Taller de sueños en acción, por Miguel Ángel Herencia Cabezas, profesor de Inglés y formador ocupacional.
El Taller de Sueños en Acción es una experiencia educativa dirigida a compartir una metodología de gestión de proyectos innovadores y sostenibles que contemplan el crecimiento personal, el trabajo en equipo y el respeto a la naturaleza. En él se emplean métodos de la pedagogía activa desarrollada en la Escuela Pestalozzi por los maestros Rebeca y Mauricio Wild, herramientas para el desarrollo de la inteligencia emocional como las propuestas por el psicólogo Claudio Naranjo, y las técnicas de facilitación de grupos y gestión de proyectos desarrolladas por el consultor internacional John Croft.
Aunque las 20 horas que dura se pueden condensar en un taller intensivo de fin de semana, el que ha tenido lugar en la Casa de la Juventud de Montilla del 1 al 17 de marzo se ha programado en seis sesiones presenciales de 3 horas cada una, y una actividad de 2 horas de trabajo personal. Así hemos tenido más tiempo para asimilar día a día los aprendizajes que han ido teniendo lugar a lo largo del curso.
Aunque las 20 horas que dura se pueden condensar en un taller intensivo de fin de semana, el que ha tenido lugar en la Casa de la Juventud de Montilla del 1 al 17 de marzo se ha programado en seis sesiones presenciales de 3 horas cada una, y una actividad de 2 horas de trabajo personal. Así hemos tenido más tiempo para asimilar día a día los aprendizajes que han ido teniendo lugar a lo largo del curso.
El objetivo de la primera sesión era emitir un diagnóstico real de nuestra situación personal, en público y de manera consciente de cómo hemos llegado hasta aquí, qué tenemos entre manos y qué hemos soltado en ese proceso. Ha sido una tarea fácil puesto que todos los asistentes tienen un alto nivel de reflexión y autoconocimiento, y el ambiente creado invita a sincerarse, empatizar y aceptarse. Es una situación en la que ya se han visto antes quienes han ido a una entrevista de trabajo y tienen ciertos conocimientos sobre inteligencia emocional.
La segunda sesión trató sobre la primera de las cuatro fases en las que el consultor John Croft divide la metodología de gestión de proyectos Dragon Dreaming. En un aula amplia y acondicionada para estimular las inteligencias múltiples y siguiendo ciertas pautas de la pedagogía activa, los participantes se entregaron a la creación libre inspirada en y a partir de los objetos situados estratégicamente en el interior de la habitación. El objetivo de esta sesión era descubrir un talento personal, crear algo propio y compartirlo con el grupo. Algunas personas conectaron con habilidades y actitudes propias, tanto activas como olvidadas. Otras descubrieron las debilidades que les hacen sentir determinadas emociones y cómo convertirlas en fortalezas. De una manera u otra, todas lograron diferenciar ciertos aspectos de su personalidad que les definen de otros con los que, a pesar de haberlos aprendido a lo largo de su vida, no se identifican.
Al inicio de la tercera sesión compartimos las necesidades que observamos a nuestro alrededor, y que habíamos sondeado previamente entre personas de nuestro entorno, en un primer intento de hacer coincidir una habilidad personal con una necesidad colectiva, un requisito básico para el nacimiento de cualquier proyecto. El objetivo, sin embargo, más ambicioso aún, era compartir los sueños que nacen de las habilidades que nos definen individualmente y construir sobre ellos uno colectivo que marcara el primer objetivo de un proyecto grupal. Para ello, presentamos el concepto de comunicación carismática, que conjuga quietud mental y empatía, del que hemos hecho uso para exponer uno a uno y escuchar todos los sueños de todas las personas participantes. Lo conseguimos en buena parte, aunque la sesión terminara sin haberse definido el sueño común que satisficiera todas las necesidades individuales.
La cuarta sesión se dedicó a la confección del mapa mental del proyecto, fruto de la planificación del sueño. El objetivo era percibir el flujo de la inteligencia colectiva y confeccionar en grupo la agenda con los pasos que se habrán de dar hasta la finalización de un proyecto, y el reparto de tareas entre todas las personas integrantes. En esta fase, el nivel de introspección personal disminuye, y se introduce un método de trabajo más mecánico, que facilita la transición de la teoría a la práctica, y ayuda a cumplir satisfactoriamente el objetivo.
En la quinta sesión, reservada para la fase de la acción, se hizo patente la puesta en marcha del proyecto que se había estado gestando en las sesiones anteriores. La práctica le ganó la partida a la teoría, y el objetivo de aprender a mantener el compromiso, aplicando la inteligencia emocional, y superando conflictos de forma creativa y cooperativa, era ya una realidad que no necesitaba de más explicaciones. Se dedicó el tiempo a poner en marcha el proyecto que había nacido, gestionar recursos materiales y humanos, vías de financiación, y tiempo de realización de cada tarea.
La sexta y última sesión del Taller de Sueños en Acción estaba programada para tratar la fase de celebración o evaluación de un proyecto. El objetivo de ese día era ser capaces de enumerar los cambios que percibimos en nosotros mismos y en el entorno al finalizar el proceso, cosa que demostramos al repasar lo aprendido y al reconocer los motivos que tiene cada persona para trabajar en este nuevo proyecto que ha nacido.
La segunda sesión trató sobre la primera de las cuatro fases en las que el consultor John Croft divide la metodología de gestión de proyectos Dragon Dreaming. En un aula amplia y acondicionada para estimular las inteligencias múltiples y siguiendo ciertas pautas de la pedagogía activa, los participantes se entregaron a la creación libre inspirada en y a partir de los objetos situados estratégicamente en el interior de la habitación. El objetivo de esta sesión era descubrir un talento personal, crear algo propio y compartirlo con el grupo. Algunas personas conectaron con habilidades y actitudes propias, tanto activas como olvidadas. Otras descubrieron las debilidades que les hacen sentir determinadas emociones y cómo convertirlas en fortalezas. De una manera u otra, todas lograron diferenciar ciertos aspectos de su personalidad que les definen de otros con los que, a pesar de haberlos aprendido a lo largo de su vida, no se identifican.
Al inicio de la tercera sesión compartimos las necesidades que observamos a nuestro alrededor, y que habíamos sondeado previamente entre personas de nuestro entorno, en un primer intento de hacer coincidir una habilidad personal con una necesidad colectiva, un requisito básico para el nacimiento de cualquier proyecto. El objetivo, sin embargo, más ambicioso aún, era compartir los sueños que nacen de las habilidades que nos definen individualmente y construir sobre ellos uno colectivo que marcara el primer objetivo de un proyecto grupal. Para ello, presentamos el concepto de comunicación carismática, que conjuga quietud mental y empatía, del que hemos hecho uso para exponer uno a uno y escuchar todos los sueños de todas las personas participantes. Lo conseguimos en buena parte, aunque la sesión terminara sin haberse definido el sueño común que satisficiera todas las necesidades individuales.
La cuarta sesión se dedicó a la confección del mapa mental del proyecto, fruto de la planificación del sueño. El objetivo era percibir el flujo de la inteligencia colectiva y confeccionar en grupo la agenda con los pasos que se habrán de dar hasta la finalización de un proyecto, y el reparto de tareas entre todas las personas integrantes. En esta fase, el nivel de introspección personal disminuye, y se introduce un método de trabajo más mecánico, que facilita la transición de la teoría a la práctica, y ayuda a cumplir satisfactoriamente el objetivo.
En la quinta sesión, reservada para la fase de la acción, se hizo patente la puesta en marcha del proyecto que se había estado gestando en las sesiones anteriores. La práctica le ganó la partida a la teoría, y el objetivo de aprender a mantener el compromiso, aplicando la inteligencia emocional, y superando conflictos de forma creativa y cooperativa, era ya una realidad que no necesitaba de más explicaciones. Se dedicó el tiempo a poner en marcha el proyecto que había nacido, gestionar recursos materiales y humanos, vías de financiación, y tiempo de realización de cada tarea.
La sexta y última sesión del Taller de Sueños en Acción estaba programada para tratar la fase de celebración o evaluación de un proyecto. El objetivo de ese día era ser capaces de enumerar los cambios que percibimos en nosotros mismos y en el entorno al finalizar el proceso, cosa que demostramos al repasar lo aprendido y al reconocer los motivos que tiene cada persona para trabajar en este nuevo proyecto que ha nacido.
Se inscribieron doce personas en un plazo de cinco días. A la primera sesión del taller acudieron nueve, a la segunda y tercera asistieron ocho, y lo han completado finalmente siete personas.
Hay que destacar el hecho de que haya surgido un proyecto real, algo que no estaba previsto en el programa, diseñado por todas las personas participantes, fruto de un sueño común, que respeta la naturaleza, se basa en el trabajo en equipo y contribuye al crecimiento personal. Las mismas personas que han realizado el taller, miembros a su vez de diversas asociaciones y colectivos montillanos, han puesto en marcha una idea que conjuga teatro, artesanía, educación y ecología.
En general, considero que el taller ha sido útil para trabajar en grupo las fases de todo proyecto que suelen hacerse en solitario, o no hacerse, como la selección consciente de la idea, la planificación pormenorizada y la autoevaluación. Y aunque la maestría se alcanza con la práctica, creo que las semanas que hemos dedicado a conocer esta metodología han servido para abrir puertas necesarias que, si las personas participantes lo desean, no volverán a cerrarse.
Hay que destacar el hecho de que haya surgido un proyecto real, algo que no estaba previsto en el programa, diseñado por todas las personas participantes, fruto de un sueño común, que respeta la naturaleza, se basa en el trabajo en equipo y contribuye al crecimiento personal. Las mismas personas que han realizado el taller, miembros a su vez de diversas asociaciones y colectivos montillanos, han puesto en marcha una idea que conjuga teatro, artesanía, educación y ecología.
En general, considero que el taller ha sido útil para trabajar en grupo las fases de todo proyecto que suelen hacerse en solitario, o no hacerse, como la selección consciente de la idea, la planificación pormenorizada y la autoevaluación. Y aunque la maestría se alcanza con la práctica, creo que las semanas que hemos dedicado a conocer esta metodología han servido para abrir puertas necesarias que, si las personas participantes lo desean, no volverán a cerrarse.
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