Cipión y Berganza van a la escuela. Manuel del Árbol 6


6. ¿Qué opinión tiene sobre el nuevo papel que el anteproyecto de ley le otorga a la dirección de los centros educativos y a la especialización de los mismos?

Es siempre un asunto polémico el de la autoridad. Si nos comparamos con nuestro entorno no son pocos los pedagogos que se refieren a este asunto de la selección de directores y directoras y las funciones que se le asignan en España y Portugal como “la anomalía europea” por ser los únicos países que no han dado un carácter de especialización a estos puestos tan importantes en un centro educativo. La dirección de un centro educativo se ha convertido con el tiempo, como todos los demás puestos, en un trabajo difícil que requiere formación. Está sometido a diario a tensiones tanto en la toma de decisiones organizativas como en la resolución de conflictos, pasando por las tareas de jefatura de personal. En un centro educativo, especialmente en un I.E.S., hay una compleja estructura de cargos y responsabilidades que resuelven, en la medida de sus competencias y si están bien organizados (tarea que depende en gran medida de la dirección, pero también de las cualidades de las personas y del ambiente de trabajo del centro) casi todos los asuntos habituales. Sin embargo es a la dirección del centro a la que le corresponde la toma de decisiones clave. Para ello requiere información, tejer una red de mecanismos para la obtención de datos: estadística de evaluación, satisfacción, indicadores objetivos de la vida del centro… Y en base a ello proyectar el camino a corto plazo y también a largo plazo, consensuando con la comunidad educativa, según las competencias de cada grupo, lo mejor para el conjunto del centro. Sin embargo las pruebas más difíciles de superar son las de los dilemas. Es muy frecuente encontrarse con problemas con más de una posible solución y ninguna es buena del todo, o ninguna es mala del todo. Y hay que decidir. Las asociaciones de directores existentes en Andalucía, y las federaciones nacionales, en sus foros, son, frecuentemente, un hervidero de opiniones acerca de cuestiones planteadas por los asociados que se encuentran en encrucijadas y, gracias a la experiencia y asesoramiento de otros compañeros pueden enfocar. No quiero olvidar mi experiencia con la Inspección Educativa. He tenido la suerte, y creo que el resto de compañeros de Montilla, de poder contar siempre con el servicio de Inspección, con el Inspector o Inspectora de Zona, para consultar y resolver muchas cuestiones planteadas en el ejercicio de la dirección.
Dicho esto, en la LOMCE se aprecia un encauzamiento de la dirección educativa hacia una mayor especialización, se le exige mayor preparación, se le asigna más funciones en su ámbito de decisión y, por lo tanto, se le puede exigir más responsabilidad. Se puede entender como una forma de limitar el poder de decisión de otros órganos del centro, como los colegiados. Sin embargo creo que es necesario un mayor poder de decisión que debe corresponderse con una mayor transparencia que facilite al Consejo Escolar un mejor control y criterio en los informes que emita sobre la actividad del centro. Como venimos diciendo, si la norma se “retuerce” para hacer del director o directora una persona que es una continuación de políticas o intereses externos a la vida del centro educativo, la LOMCE habrá fracasado y el ambiente profesional y social en el centro se habrá empeorado.

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