El móvil como herramienta de aprendizaje. Pros y contras, por Pepe Cantillo, catedrático de Filosofía y antiguo asesor en el Centro de Profesorado de Torrent (Valencia).
El tema de las nuevas tecnologías, y sobre todo el uso del teléfono móvil, está dando mucha cancha tanto para bendecir sus ventajas como para maldecir sus inconvenientes. Entramos en la dicotomía de lo supuestamente positivo frente a lo supuestamente negativo que dicen sus detractores.
Es un hecho que whatsapp, memes, videos…, con sus posibilidades de supuesta comunicación, van muy por delante de la educación-instrucción que pueda ofrecer la escuela. Esto en principio no es calificable ni de bueno ni de malo, simplemente las nuevas tecnologías están presentes con todas sus posibilidades y de nosotros depende el sacarles el mejor partido o ser esclavos de ellas.
Hasta ahora solo hemos oído cuestiones negativas con respecto al uso de móviles. Dicho aparato es muy joven pero ha crecido a velocidad de vértigo. Por desgracia, lo negativo que se pueda obtener de su uso es lo que más resalta.
Es un hecho que whatsapp, memes, videos…, con sus posibilidades de supuesta comunicación, van muy por delante de la educación-instrucción que pueda ofrecer la escuela. Esto en principio no es calificable ni de bueno ni de malo, simplemente las nuevas tecnologías están presentes con todas sus posibilidades y de nosotros depende el sacarles el mejor partido o ser esclavos de ellas.
Hasta ahora solo hemos oído cuestiones negativas con respecto al uso de móviles. Dicho aparato es muy joven pero ha crecido a velocidad de vértigo. Por desgracia, lo negativo que se pueda obtener de su uso es lo que más resalta.
Negar la realidad, a largo plazo nos traerá más problemas que ventajas. Si no puedes controlar a “tu enemigo”, únete a él. Lo de enemigo viene porque una actitud de cierre ante las TICs, sobre todo al móvil, solo nos traerá problemas.
Imaginemos que dicho aparato es un “animalejo” que tenemos que domesticar antes de que se nos escape del control de uso y los daños puedan ser cuantiosos.
¿El uso del móvil es bueno, malo, indiferente? A clase con el móvil: sí…, no…, sí… La cuestión, a priori, es más bien complicadilla. Se hacen necesarios una serie de requisitos que pasan por múltiples escollos no fáciles de eliminar. Empecemos por las dificultades.
Un país como Francia ha prohibido rotundamente el móvil dentro del recinto escolar. Está claro que ante este planteamiento no hay ni posibilidad de intentar ver si el uso del mismo en clase (en alguna o algunas materias) podría dar juego, puesto que la puerta de entrada queda cerrada. Argüir la “libertad de cátedra” en este tipo de material no sería fácil por razones obvias.
Otros países se niegan a usarlo dentro de clase. En España, la voz de la familia ya se ha dejado oír con el “no” al uso del móvil en clase. ¿Negativa por razones claras, trabajadas y pensadas o simplemente hay que seguir a Francia?
En resumen: “papanatismo o razones”. Recuerdo que el papanatismo es “la actitud consistente en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica” (sic). Opuesto está el “chovinismo”, consistente en una “exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero” (sic). Esta segunda postura no suele ser nuestro caso.
Demos un paso más para desenredar esta madeja en la medida de lo posible: “Profe, dame clase con el móvil”. Ese era el título de un artículo de El País (papel y digital) hace ya dos años. “España empieza a impulsar proyectos pedagógicos que usan los teléfonos como una herramienta más del aula”.
Dicho artículo apunta varias dificultades a tal exigencia. Entresaco algunas ideas del mismo: “Hay serio riesgo de que crezca la brecha digital y aunque su uso está muy extendido, hay familias que no podrían pagarlos, sobre todo los de última generación. ¿Solución? ¿Recurrir a “ayuda pública?”. El asunto pecuniario es una de las barreras que apunta el artículo para el uso del móvil en el aula. A esto habría que añadir la incrementación del gasto por consumo. El asunto pecuniario es otra barrera.
No todos los centros escolares están preparados en cuanto a cableado, así como en cobertura. Sin comentario a esta dificultad. No uso el concepto “deficiencia”, puesto que la adaptación de la escuela a “los nuevos tiempos” y tecnologías queda en el aire.
Hay que decir que sí al uso del teléfono en clase, sin prisa pero sin pausa. Pero para la puesta en marcha del mismo no basta con decir solo ¡adelante! Hay que preparar todo un proyecto, analizar los pros y contras e introducirlo en las materias adecuadas.
Los expertos advierten de que móvil, ordenador, tabletas son herramientas a las que se le puede sacar rendimiento, usadas debidamente.
Aceptar dichos planteamientos didácticos “debe ser parte del Proyecto Educativo de Centro, tiene que contar con las familias, además de disponer de redes adecuadas y las condiciones de seguridad necesarias”. No basta con que un profesor quiera usar la tecnología por su cuenta, senda que se podría intentar en caso de una oposición general.
¿Están los profesores preparados para esta iniciativa? Unos sí, otros no; amén de que dicho tema tiene sensatos defensores pero también tozudos detractores (esperemos que de momento). ¿Por qué de momento? Hacer cambios drástico, este lo es, aglutina a muchas personas que en principio podrían negarse (oponerse) por varias cuestiones. Cierto que hay también parte del personal para los que dicha innovación “está chupá”.
Pregunta a dos bandas: detractores y seguidores, ¿ayudarían los móviles al rendimiento escolar? No lo sabremos si no los usamos. Tampoco podemos dilatarnos deshojando la margarita porque en este terreno lo novedoso de hoy ya es viejo.
Un planteamiento a tener en cuenta. ¿Hay que prohibirlos por miedo al ciberacoso? Esta pega carece de sentido, por desgracia. Tal problema es una realidad en los jóvenes más mayores y seguirá su camino. ¿Cómo controlarlo? Complicado asunto que merece una explicación aparte, donde deben intervenir profesores y especialistas (pedagogos, psicólogos…). Dicho acoso no se incrementará ni dejará de producirse porque el móvil se utilice en clase. Es mi humilde opinión y puedo estar equivocado.
Oportunismo por parte de algunas marcas. Vender o no vender más aparatos sería su excusa. Google Expeditions está detrás de estas iniciativas. Según datos consultados, la multinacional visitó una veintena de centros de España para familiarizar a docentes y alumnos con el proyecto.
¿Intereses de progreso? Esa es la careta ofrecida por fabricantes-vendedores de móviles. Samsung también apoya este tipo de proyectos. Lógico. “La pela es la pela…” y estas empresas no trabajan por amor al arte.
Un dato importante al margen de la escuela (aunque no queda lejos de ella). Un detalle que es posible que nunca nos hayamos planteado. Los móviles están constantemente bombardeados para que se les instalen una serie de actualizaciones que te dicen que son necesarias para un mejor funcionamiento. ¿Cuál es la pega o el secreto-clave? Dichas instalaciones saturan pronto el “telefonino” con lo que el usuario queda fuera de juego. ¿Solución? Hay que cambiar a un teléfono mejor, más moderno, con más capacidad… Bla, bla, bla. Publicidadadadad.
Hay centros, expertos y profesores que creen que se puede enseñar con los móviles igual que con un libro, una pizarra o una película. No se me ocurre negarlo, puesto que las facilidades y posibilidades para acceder a la información pertinente son muchas y las tenemos al alcance de la mano.
Lo mismo que es sabido y conocido que dichos aparatos, TIC en general, desarrollan toda una serie de competencias y facilitan el aprendizaje, potencian la autonomía y por supuesto el trabajo en equipo, cuestión esta que es de vital importancia para la escuela de un futuro que hace tiempo que empezó y que en nuestro país llegamos con retraso a ella como a otras tantas cosas.
“La tecnología ya ha llegado a las aulas, pero a menudo la pedagogía que se usa aún le da la espalda. Todos los soportes valen para dar a esta herramienta el mejor uso educativo”, o tal vez no, dicen los detractores. Eso podemos leer en el artículo “Siete razones por las que se debe encender el móvil en clase” de El País; la información es vieja y en este terreno aun más.
En el mismo diario encontramos también “Tecnología y pedagogía, el círculo virtuoso de la educación”, o una nota más a tener en cuenta: “El uso de apps educativas como complemento de los temarios empieza a ser una realidad”.
Resumiendo ideas de las ahí planteadas:
1. El alumno lleva toda la información encima.
2. La clase ya no es el único lugar donde se aprende.
3. El profesor sabe usar la tecnología como el alumno (mejor sería lo ideal).
4. La transformación de la educación con la tecnología tiene tres patas: los recursos digitales con los que se dota al aula y a los alumnos (pizarras digitales, ordenadores), el seguimiento del profesorado y un currículo digitalizado.
5. Los profesores ya no van a cursillos para que les enseñen a usar la tecnología.
6. El gasto público en tecnología crece, a pesar de que baja el gasto en educación.
7. Se ha creado la figura del “Coordinador TIC” en los centros como responsable y supervisor del uso de dicha tecnología. Hace un seguimiento del profesorado y de la adaptación del currículo.
Cierro estas líneas con dos referencias a tener en cuenta. No quiero confundir a nadie. Cito la carta de un profesor que renuncia a seguir luchando contra los móviles dentro de clase. Derrotado, tira la toalla. La demoledora carta es de un profesor uruguayo: “Me cansé de luchar contra móviles y WhatsApp. Me rindo”.
La siguiente cita abre interrogantes a tener en consideración. En el libro “Desconecta”, cuya lectura recomiendo, el psicólogo Marc Masip, experto en adicciones dice: “el móvil es la heroína de nuestra época” y para terminar de rematar el tema apunta que “España es el país europeo con más adicción adolescente a la red.” Propone una “dieta digital” para desengancharse.
En fin, estos son otros temas que quedan abiertos. Por mi parte, de “Nomofobia, del Síndrome de la vibración fantasma…” ya dejé algún artículo en Montilla Digital o en La Rambla Digital.
Imaginemos que dicho aparato es un “animalejo” que tenemos que domesticar antes de que se nos escape del control de uso y los daños puedan ser cuantiosos.
¿El uso del móvil es bueno, malo, indiferente? A clase con el móvil: sí…, no…, sí… La cuestión, a priori, es más bien complicadilla. Se hacen necesarios una serie de requisitos que pasan por múltiples escollos no fáciles de eliminar. Empecemos por las dificultades.
Un país como Francia ha prohibido rotundamente el móvil dentro del recinto escolar. Está claro que ante este planteamiento no hay ni posibilidad de intentar ver si el uso del mismo en clase (en alguna o algunas materias) podría dar juego, puesto que la puerta de entrada queda cerrada. Argüir la “libertad de cátedra” en este tipo de material no sería fácil por razones obvias.
Otros países se niegan a usarlo dentro de clase. En España, la voz de la familia ya se ha dejado oír con el “no” al uso del móvil en clase. ¿Negativa por razones claras, trabajadas y pensadas o simplemente hay que seguir a Francia?
En resumen: “papanatismo o razones”. Recuerdo que el papanatismo es “la actitud consistente en admirar algo o a alguien de manera excesiva, simple y poco crítica” (sic). Opuesto está el “chovinismo”, consistente en una “exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero” (sic). Esta segunda postura no suele ser nuestro caso.
Demos un paso más para desenredar esta madeja en la medida de lo posible: “Profe, dame clase con el móvil”. Ese era el título de un artículo de El País (papel y digital) hace ya dos años. “España empieza a impulsar proyectos pedagógicos que usan los teléfonos como una herramienta más del aula”.
Dicho artículo apunta varias dificultades a tal exigencia. Entresaco algunas ideas del mismo: “Hay serio riesgo de que crezca la brecha digital y aunque su uso está muy extendido, hay familias que no podrían pagarlos, sobre todo los de última generación. ¿Solución? ¿Recurrir a “ayuda pública?”. El asunto pecuniario es una de las barreras que apunta el artículo para el uso del móvil en el aula. A esto habría que añadir la incrementación del gasto por consumo. El asunto pecuniario es otra barrera.
No todos los centros escolares están preparados en cuanto a cableado, así como en cobertura. Sin comentario a esta dificultad. No uso el concepto “deficiencia”, puesto que la adaptación de la escuela a “los nuevos tiempos” y tecnologías queda en el aire.
Hay que decir que sí al uso del teléfono en clase, sin prisa pero sin pausa. Pero para la puesta en marcha del mismo no basta con decir solo ¡adelante! Hay que preparar todo un proyecto, analizar los pros y contras e introducirlo en las materias adecuadas.
Los expertos advierten de que móvil, ordenador, tabletas son herramientas a las que se le puede sacar rendimiento, usadas debidamente.
Aceptar dichos planteamientos didácticos “debe ser parte del Proyecto Educativo de Centro, tiene que contar con las familias, además de disponer de redes adecuadas y las condiciones de seguridad necesarias”. No basta con que un profesor quiera usar la tecnología por su cuenta, senda que se podría intentar en caso de una oposición general.
¿Están los profesores preparados para esta iniciativa? Unos sí, otros no; amén de que dicho tema tiene sensatos defensores pero también tozudos detractores (esperemos que de momento). ¿Por qué de momento? Hacer cambios drástico, este lo es, aglutina a muchas personas que en principio podrían negarse (oponerse) por varias cuestiones. Cierto que hay también parte del personal para los que dicha innovación “está chupá”.
Pregunta a dos bandas: detractores y seguidores, ¿ayudarían los móviles al rendimiento escolar? No lo sabremos si no los usamos. Tampoco podemos dilatarnos deshojando la margarita porque en este terreno lo novedoso de hoy ya es viejo.
Un planteamiento a tener en cuenta. ¿Hay que prohibirlos por miedo al ciberacoso? Esta pega carece de sentido, por desgracia. Tal problema es una realidad en los jóvenes más mayores y seguirá su camino. ¿Cómo controlarlo? Complicado asunto que merece una explicación aparte, donde deben intervenir profesores y especialistas (pedagogos, psicólogos…). Dicho acoso no se incrementará ni dejará de producirse porque el móvil se utilice en clase. Es mi humilde opinión y puedo estar equivocado.
Oportunismo por parte de algunas marcas. Vender o no vender más aparatos sería su excusa. Google Expeditions está detrás de estas iniciativas. Según datos consultados, la multinacional visitó una veintena de centros de España para familiarizar a docentes y alumnos con el proyecto.
¿Intereses de progreso? Esa es la careta ofrecida por fabricantes-vendedores de móviles. Samsung también apoya este tipo de proyectos. Lógico. “La pela es la pela…” y estas empresas no trabajan por amor al arte.
Un dato importante al margen de la escuela (aunque no queda lejos de ella). Un detalle que es posible que nunca nos hayamos planteado. Los móviles están constantemente bombardeados para que se les instalen una serie de actualizaciones que te dicen que son necesarias para un mejor funcionamiento. ¿Cuál es la pega o el secreto-clave? Dichas instalaciones saturan pronto el “telefonino” con lo que el usuario queda fuera de juego. ¿Solución? Hay que cambiar a un teléfono mejor, más moderno, con más capacidad… Bla, bla, bla. Publicidadadadad.
Hay centros, expertos y profesores que creen que se puede enseñar con los móviles igual que con un libro, una pizarra o una película. No se me ocurre negarlo, puesto que las facilidades y posibilidades para acceder a la información pertinente son muchas y las tenemos al alcance de la mano.
Lo mismo que es sabido y conocido que dichos aparatos, TIC en general, desarrollan toda una serie de competencias y facilitan el aprendizaje, potencian la autonomía y por supuesto el trabajo en equipo, cuestión esta que es de vital importancia para la escuela de un futuro que hace tiempo que empezó y que en nuestro país llegamos con retraso a ella como a otras tantas cosas.
“La tecnología ya ha llegado a las aulas, pero a menudo la pedagogía que se usa aún le da la espalda. Todos los soportes valen para dar a esta herramienta el mejor uso educativo”, o tal vez no, dicen los detractores. Eso podemos leer en el artículo “Siete razones por las que se debe encender el móvil en clase” de El País; la información es vieja y en este terreno aun más.
En el mismo diario encontramos también “Tecnología y pedagogía, el círculo virtuoso de la educación”, o una nota más a tener en cuenta: “El uso de apps educativas como complemento de los temarios empieza a ser una realidad”.
Resumiendo ideas de las ahí planteadas:
1. El alumno lleva toda la información encima.
2. La clase ya no es el único lugar donde se aprende.
3. El profesor sabe usar la tecnología como el alumno (mejor sería lo ideal).
4. La transformación de la educación con la tecnología tiene tres patas: los recursos digitales con los que se dota al aula y a los alumnos (pizarras digitales, ordenadores), el seguimiento del profesorado y un currículo digitalizado.
5. Los profesores ya no van a cursillos para que les enseñen a usar la tecnología.
6. El gasto público en tecnología crece, a pesar de que baja el gasto en educación.
7. Se ha creado la figura del “Coordinador TIC” en los centros como responsable y supervisor del uso de dicha tecnología. Hace un seguimiento del profesorado y de la adaptación del currículo.
Cierro estas líneas con dos referencias a tener en cuenta. No quiero confundir a nadie. Cito la carta de un profesor que renuncia a seguir luchando contra los móviles dentro de clase. Derrotado, tira la toalla. La demoledora carta es de un profesor uruguayo: “Me cansé de luchar contra móviles y WhatsApp. Me rindo”.
La siguiente cita abre interrogantes a tener en consideración. En el libro “Desconecta”, cuya lectura recomiendo, el psicólogo Marc Masip, experto en adicciones dice: “el móvil es la heroína de nuestra época” y para terminar de rematar el tema apunta que “España es el país europeo con más adicción adolescente a la red.” Propone una “dieta digital” para desengancharse.
En fin, estos son otros temas que quedan abiertos. Por mi parte, de “Nomofobia, del Síndrome de la vibración fantasma…” ya dejé algún artículo en Montilla Digital o en La Rambla Digital.
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